top of page
Buscar
  • Foto del escritorhoyyahora91

El perdón, un arma de doble filo

"No entiendo por qué no funcionan las cosas con esta persona." Piensa, quizás habéis tenido un problema previamente. "Sí, pero eso ya está solucionado. Le pedí perdón y ahora estamos bien".


Vamos a hacer un ejercicio:


Coge una hoja en blanco y escribe tu nombre completo, ahora arruga esa hoja hasta que su tamaño se quede como una bola en tus manos. Bien, ahora vuelve a extender la hoja. Obsérvala, ¿Está como al inicio? No, está arrugada. Intenta que quede como al principio, lisa. No puedes, tiene arrugas y no se puede leer de forma tan nítida tu nombre. Ahora pídele perdón a la hoja ¿Crees que con ese perdón la hoja volverá a su estado inicial? No, la hoja nunca volverá a ser la misma, seguramente con el tiempo y técnicas de papiroflexia conseguirás que esas arrugas se atenúen, siempre y cuando la trates bien. Podrás seguir escribiendo en ella, pero nunca la volverás a ver como la encontraste.


Nosotros somos la hoja, y sus arrugas son nuestras cicatrices. Estas nunca desaparecen, se quedan en nosotros y nuestro trabajo es saber vivir con ellas. Entonces, a la hora de relacionarte, piensa que el mundo está lleno de hojas y que todas tienen sus propias cicatrices, por lo tanto, por mucho que tú quieras no podrás curarlas, eso sí, intenta no generar más.


Autora: Cristina Salguero Villamor


320 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
Publicar: Blog2_Post
bottom of page